viernes, 30 de julio de 2010
The Mars Volta - "With Twilight As My Guide"
I'm bolted from within
from long conniving heights
The hale, it makes a special sound
that always stays into the night
She tells me I'm not capable
of what they accuse me
With no remorse I stand and say
that guilt is what I plead
My devil makes me dream
like no other mortal dreams
With a blank eye corner
The only way to see him
in the tunnel where he slept
By the longest tusk of corridors
numb below the neck
In my heart
Where he keeps them in
a vault of devil daughters
When I bend and kick in form
with twilight as my guide
In every home the ghost pays gossip
you can hear them if you try
When my quill begins to squirm
from the ashes in your urn
Your deviance is anything but faithful
My devil makes me dream
like no other mortal dreams
With a blank eye corner
The only way to see him
in the tunnel where he slept
By the longest tusk of corridors
numb below the neck
In my heart
Where he keeps them in
a vault of devil daughters
Everybody
in my dead leaves
Don't you hide these
branches waiting
I've been watching
you four, two me
Don't resign me
I'm not waiting
My devil makes me dream
like no other mortal dreams
With a blank eye corner
The only way to see him
in the tunnel where he slept
By the longest tusk of corridors
numb below the neck
In my heart
Where he keeps them in
a vault of devil daughters
The Mars volta... que grandes!!!
O los amas o los odias.
miércoles, 28 de julio de 2010
Un día para la infamia.
Un día en el que se politizó el sentimiento de todo un pueblo, el arte se hizo añicos y la historia se tiró a una papelera... Las corridas no se imponen, pero se prohiben. La libertad se va al garete. El oscurantismo se impone de nuevo en esta zafia España y sus neo-hijos bastardos. El rancio naacionalismo ve en esta fiesta otra manera más de renunciar de la España que maman, del País al que siempre han pertenecido. Porque es la idea de España que aún tiene el nacionalismo. Normal, nacionalismo = estupidez....
Lo más grave de esta obsesión prohibicionista es que revela un intervencionismo ético en los valores sociales incompatible con el respeto a la libertad individual y a la tradición cultural (...)
En Democracia (que a algunos se les llena la boca) prohibir, señores, PROHIBIR algo debería ser una decisión muy, muy sopesada, muy debatida. No ha sido el caso.
Y una prueba de la falsedad nacionalista y el ansia de populismo: se dejan indemnes las fiestas populares en las que si se veja y maltrata sin motivo al animal...Me refiero al toro embolao, por ejemplo. Contra eso no se hace nada, no?.
¡Que triste!
Arnold Hauser fue un singular crítico y ensayista de arte, conocido sobre todo por la teoría de relacionar las producciones artísticas con los fenómenos socioeconómicos del momento. De no haber muerto, en el cuarto volumen de su «Historia social de la literatura y el arte» nos habría dado los pormenores y porqués de la prohibición en Cataluña de los toros.
Un día en el que se politizó el sentimiento de todo un pueblo, el arte se hizo añicos y la historia se tiró a una papelera... Las corridas no se imponen, pero se prohiben. La libertad se va al garete. El oscurantismo se impone de nuevo en esta zafia España y sus neo-hijos bastardos. El rancio naacionalismo ve en esta fiesta otra manera más de renunciar de la España que maman, del País al que siempre han pertenecido. Porque es la idea de España que aún tiene el nacionalismo. Normal, nacionalismo = estupidez....
Lo más grave de esta obsesión prohibicionista es que revela un intervencionismo ético en los valores sociales incompatible con el respeto a la libertad individual y a la tradición cultural (...)
En Democracia (que a algunos se les llena la boca) prohibir, señores, PROHIBIR algo debería ser una decisión muy, muy sopesada, muy debatida. No ha sido el caso.
Y una prueba de la falsedad nacionalista y el ansia de populismo: se dejan indemnes las fiestas populares en las que si se veja y maltrata sin motivo al animal...Me refiero al toro embolao, por ejemplo. Contra eso no se hace nada, no?.
¡Que triste!
Arnold Hauser fue un singular crítico y ensayista de arte, conocido sobre todo por la teoría de relacionar las producciones artísticas con los fenómenos socioeconómicos del momento. De no haber muerto, en el cuarto volumen de su «Historia social de la literatura y el arte» nos habría dado los pormenores y porqués de la prohibición en Cataluña de los toros.
Pero tampoco es preciso el método científico del prestigioso esteta húngaro para aproximar ciertas evidencias.
Haciendo un poco de historia, es fácil reconocer a finales del XIX y principios del XX un crecimiento industrial y económico en Cataluña, que coincide plenamente con la llamada Edad de Oro del Toreo. Era precisamente allí donde los incontables aficionados estaban considerados como los más rigurosos del orbe taurino: «Toro grande, escuetas ovaciones y espléndida caja». Esto y la frase de Joselito «El Gallo» —«Dios me libre de una tarde aciaga o de cortar una oreja en Barcelona», pues suponía una inminente repetición— son el reflejo de la intransigencia con la cual custodió «sus» corridas de toros el aficionado catalán.
Tras la Guerra Civil se produce un éxodo de todas las regiones deprimidas de España a la próspera Cataluña. Las plazas de toros empiezan a llenarse de otro público, un personal ávido de diversión y con la urgente necesidad de olvidar las miserias y calamidades de la contienda. Un aficionado sin las aspiraciones ni las exigencias del oriundo.
Aliviados las empresas y los toreros por la dulzura de este nuevo clima, se abren a un nuevo espectáculo con menos toro, más alegría y no menos caja. El taurino catalán cede al charnego su sitio en los tendidos, por ver en esta nueva versión atropellados sus más rancios preceptos.
Pero al filo de los 60 surge el turismo, y con él, un nuevo cliente. Las empresas de la costa hacen su agosto organizando corridas de chicha y nabo. Ahora el que sale disparado de las plazas es el charnego, pues es incapaz de soportar otra mano de agua sobre el ya diluido caldo de la Fiesta. Pero, claro, lo del «guiri» no podía durar mucho, y a finales de los 70 la Cataluña taurina entra en la profunda crisis, que la sume en la lenta e inexorable agonía de estos últimos años.
Si la dejan, solita se hubiese muerto, y si de verdad querían acabar con ella, simplemente gravándola con un impuesto especial estaríamos ahora celebrando misas de réquiem.
Pero el simbolismo de ciertos políticos es más fuerte —incluso que el de los toros— y peor intencionado, por supuesto. Declarando el toreo enemigo de los acervos y tradiciones catalanas, solo quedaba atravesarle el costado con la pica que enarbola la senyera.
Y aunque la victoria es tan miserable como paupérrima, y el agravio a las libertades no cabría en una sociedad que dice que defiende la tolerancia cultural y étnica, el mestizaje y las religiones, parece no tener importancia frente a la urgente necesidad de extirpar el ideograma del toro.
Aquello que no puedo explicar —y dudo que Arnold Hauser lo hiciese— es cómo en estos momentos, en los cuales la crisis parece ir adquiriendo visos de cataclismo y lo apremiante debería ser la economía, el trabajo y salvaguardar de asaltos la poca caja que está quedando... digo que no puedo entender cómo ahora, precisamente, viendo los palos del sombrajo venirse abajo en la proverbial Cataluña, el debate político esté varado en toros sí, toros no.
Sé que el taurino catalán tiene las horas contadas. Y lo peor no es perder la posibilidad de disfrutar de tu Fiesta, sino que desde la prohibición pasarán a ser ciudadanos cuestionados, señalados por su propio entorno como gente rara, transgresores. Las listas de sospechosos sociales se incrementarán con la incorporación de estos. La afición de tantos años pasará a ser consignada por sus conciudadanos como depravación, y, por supuesto, toda la producción artística que recabó en el toreo inspiración será simplemente perversión.
Y volverán a Francia —madre de las libertades— a disfrutar de sus corridas de toros. Y como en tiempos de dictadura y rígidas censuras, fuera de sus fronteras hallarán lo prohibido. Quizá les hagan un favor, pues lo vedado conlleva implícito ese enriquecedor componente que lo hace siempre más excitante.
Curioso. Los mismos que hace cuarenta y cinco años clamaban por la libertad ahora la amordazan…
Pero…
¡No hay problema! Si la crisis persiste y el discurso de algunos políticos pierde su talante bélico por falta de enemigos, les voy a recomendar otro objetivo, otra usurpación ibérica en mitad del corazón de muchos catalanes: la de los aficionados y criadores al caballo de «Pura Raza Española».
¡Ahí hay tajada!
No hay más que volver a reclutar ecologistas y animalistas para que tiren —sin saberlo— del carro de guerra que elevará a triunfo la acción del político de campo. Tiene que simular una defensa del bienestar animal, aunque en la conciencia de Su Señoría los objetivos se perfilen en dirección totalmente opuesta. Es preciso reivindicar los derechos de la bestia, por muy española que sea y por más adaptada que esté a su labor. No se pueden tolerar la ausencia de horarios para trabajar ni la falta de descanso, así como la enajenación absoluta de su voluntad. Resumiendo, más de veinte años de auténtica esclavitud, soportando sobre el lomo los tortuosos caprichos de unos y otros, sirviendo sin recelos hasta sentir esquilmadas sus facultades; y como contraprestación a tanta generosidad, es premiada con un viaje a Francia, de donde torna inmortalizada en «saucisson».
Quede eso ahí. Sin coste alguno. No como la idea del «Che», que Sus Señorías sabrán cuánto le lleva costado a la Generalitat.
Volviendo a la propuesta, tanto el argumento ético como el ideológico, apenas difieren del secundado por la prohibición de los toros. Aunque hay un ligero matiz, los aficionados hípicos son legión en Cataluña… La sugerencia ya no es tan buena. Eso sí, el borrico catalán ni me lo toquen, y menos ahora que ha conseguido vivir gracias a la mecanización del campo sin pegar ni chapa. Además, sería el último en perder la subvención, que viene a ser —en su caso— como una especie de paro vitalicio. Solo debe preocuparle su inmaculada ascendencia, ya que si, entre el andamiaje de sus genes se tropezase alguno de los genetistas encargados de seleccionar y mejorar esta raza de parados vestigios contaminantes de lo español, entonces… entonces vendría alguna de Sus Señorías —asesorada por el foráneo de turno— a declarar guerra científica al jodido gen. Y vuelta a empezar…
luis francisco esplá, matador de toros
sábado, 24 de julio de 2010
viernes, 23 de julio de 2010
Carta final a Carlota, de "Werther"
Es cosa resuelta, Carlota: quiero morir y te lo participo sin ninguna exaltación romántica, con la cabeza tranquila, el mismo día en que te veré por última vez. Cuando leas estas líneas, mi adorada Carlota yacerán en la tumba los despojos del desgraciado que en los últimos instantes de su vida no encuentra placer más dulce que el placer de pensar en ti. He pasado una noche terrible: con todo, ha sido benéfica, porque ha fijado mi resolución. ¡Quiero morir!
Al separarme ayer de tu lado, un frío inexplicable se apoderó de todo mi ser; refluía mi sangre al corazón, y respirando con angustiosa dificultad pensaba en mi vida, que se consume cerca de ti, sin alegría, sin esperanza. ¡Ah!, estaba helado de espanto. Apenas pude llegar a mi alcoba, donde caí de rodillas, completamente loco. ¡Oh Dios mío!, tú me concediste por última vez el consuelo de llorar. Pero ¡qué lágrimas tan amargas! Mil ideas, mil proyectos agitaron tumultuosamente mi espíritu, fundiéndose al fin todos en uno solo, pero firme, inquebrantable: ¡morir! Con esta resolución me acosté, con esta resolución, inquebrantable y firme como ayer, he despertado: ¡quiero morir! No es desesperación, es convencimiento: mi carrera está concluida, y me sacrifico por ti. Sí, Carlota, ¿por qué te lo he de ocultar? Es preciso que uno de los tres muera, y quiero ser yo. ¡Oh vida de mi vida! Más de una vez en mi alma desgarrada ha penetrado un horrible pensamiento: matar a tu marido..., a ti..., a mí. Sea yo, yo solo; así será.
Cuando al anochecer de algún hermoso día de verano subas a la montaña, piensa en mí y acuérdate de que he recorrido muchas veces el valle; mira luego hacia el cementerio, y a los últimos rayos del sol poniente vean tus ojos cómo el viento azota la hierba de mi sepultura. Estaba tranquilo al comenzar esta carta, y ahora lloro como un niño. ¡Tanto martirizan estas ideas mi pobre corazón! Tú no me esperas; tú crees que voy a obedecerte y a no volver a tu casa hasta la víspera de la Navidad... ¡Oh Carlota!..., hoy o nunca. El día de la Nochebuena tendrás este papel en tus manos trémulas y lo humedecerás con tus preciosas lágrimas. Lo quiero..., es preciso. ¡Oh, qué contento estoy de mi resolución. ¡Oh! ¡Perdóname, perdóname! Ayer... aquél debió ser el último momento de mi vida. ¡Oh ángel! Fue la primera vez, si, la primera vez que una alegría pura y sin límites llenó todo mi ser. Me ama, me ama... Aún quema mis labios el fuego sagrado que brotaba de los suyos; todavía inundan mi corazón estas delicias abrasadoras. ¡Perdóname, perdóname! Sabía que me amabas; lo sabía desde tus primeras miradas aquellas miradas llenas de tu alma; lo sabía desde la primera vez que estrechaste mi mano. Y, sin embargo, cuando me separaba de ti o veía a Alberto a tu lado, me asaltaban por doquiera rencorosas dudas. ¿Te acuerdas de las flores que me enviaste el día de aquella enojosa reunión en que ni pudiste darme la mano ni decirme una sola palabra? Pasé la mitad de la noche arrodillado ante las flores, porque eran para mí el sello de tu amor; pero, ¡ay!, estas impresiones se borraron como se borra poco a poco en el corazón del creyente el sentimiento de la gracia que Dios le prodiga por medio de símbolos visibles. Todo perece, todo; pero ni la misma eternidad puede destruir la candente vida que ayer recogí en tus labios y que siento dentro de mí. ¡Me ama! Mis brazos la han estrechado, mi boca ha temblado, ha balbuceado palabras de amor sobre su boca. ¡Es mía! ¡Eres mía! Sí, Carlota, mía para siempre. ¿Qué importa que Alberto sea tu esposo? ¡Tu esposo! No lo es más que para el mundo, para ese mundo que dice que amarte y querer arrancarte de los brazos de tu marido para recibirte en los míos es un pecado. ¡Pecado!, sea. Si lo es, ya lo expío. Ya he saboreado ese pecado en sus delicias, en sus infinitos éxtasis. He aspirado el bálsamo de la vida y con él he fortalecido mi alma. Desde ese momento eres mía, ¡eres mía, oh Carlota! Voy delante de ti; voy a reunirme con mi padre, que también lo es tuyo, Carlota; me quejaré y me consolará hasta que tú llegues. Entonces volaré a tu encuentro, te cogeré en mis brazos y nos uniremos en presencia del Eterno; nos uniremos con un abrazo que nunca tendrá fin. No sueño ni deliro. Al borde del sepulcro brilla para mí la verdadera luz. ¡Volveremos a vernos! ¡Veremos a tu madre y le contaré todas las cuitas de mi corazón! ¡Tu madre! ¡Tu perfecta imagen! Han pasado por tus manos; tú misma les has quitado el polvo, tú las has tocado..., y yo las beso ahora una y mil veces. ¡Angel del cielo, tú favoreces mi resolución! Tú, Carlota, eres quien me presentas este arma destructora, así recibiré la muerte de quien yo quería recibirla. ¡Qué bien me he enterado por el criado de los menores detalles! Temblabas al entregarle estas armas...; pero ni un adiós me envías. ¡Ay de mí!, ni un adiós. ¿Acaso el odio me ha cerrado tu corazón por aquel instante de embriaguez que me ha unido a ti para siempre? ¡Ah, Carlota!, el transcurso de los siglos no borrará aquella impresión; y tú, estoy seguro de ello, no podrás aborrecer nunca a quien tanto te idolatra. Guillermo: por última vez he visto los campos, el cielo y los bosques. También a ti te doy el último adiós. Tú, madre mía, perdóname. Consuélala, Guillermo. Dios os colme de bendiciones. Todos mis asuntos quedan arreglados. Adiós, volveremos a vernos..., y entonces seremos más felices. Todo duerme en torno mío, y mi alma está tranquila. Te doy gracias, ¡oh Dios!, por haberme concedido en momento tan supremo resignación tan grande. Me asomo a la ventana, amada mía, y distingo a través de las tempestuosas nubes algunos luceros esparcidos en la inmensidad del cielo. ¡Vosotros no desapareceréis, astros inmortales! El Eterno os lleva, lo mismo que a mí. Veo las estrellas de la Osa, que es mi constelación favorita, porque, de noche, cuando salía de su casa, la tenía siempre delante. ¡Con qué delicia la he contemplado muchas veces! ¡Cuántas he levantado mis manos hacia ella para tomarla por testigo de la felicidad de que entonces disfrutaba! ¡Oh Carlota!, ¿qué hay en el mundo que no traiga a mi memoria tu recuerdo? ¿No estás en cuanto me rodea? ¿No te he robado codicioso como un niño, mil objetos insignificantes que habías santificado con sólo tocarlos? Tu retrato, este retrato querido, te lo doy suplicándote que lo conserves. He estampado en él mil millones de besos, y lo he saludado mil veces al entrar en mi habitación y al salir de ella. Dejo una carta escrita para tu padre, rogándole que proteja mi cadáver. Al final del cementerio, en la parte que da al campo, hay dos tilos, a cuya sombra deseo reposar. Esto puede hacer tu padre por su amigo, y tengo la seguridad de que lo hará. Pídeselo tú también. Carlota. No pretendo que los piadosos cristianos dejen depositar el cuerpo de un desgraciado cerca de sus cuerpos. Deseo que mi sepultura esté a orillas de un camino o en un valle solitario, para que, cuando el sacerdote o el levita pasen junto a ella, eleven sus brazos al cielo, bendiciéndome, y para que el samaritano la riegue con sus lágrimas. Carlota, no tiemblo al tomar el cáliz terrible y frío que me dará la embriaguez de la muerte. Tú me lo has presentado, y no vacilo. Así van a cumplirse todas las esperanzas y todos los deseos de mi vida, todos, sí, todos. Sereno y tranquilo voy a llamar a la puerta de bronce del sepulcro. ¡Ah, si me hubiese cabido en suerte morir sacrificándome por ti! Con alegría con entusiasmo hubiera abandonado este mundo, seguro de que mi muerte afianzaba tu reposo y la felicidad de toda tu vida. Pero, ¡ay!, sólo algunos seres privilegiados logran dar su sangre por los que aman y ofrecerse en holocausto Para centuplicar los goces de sus preciosas existencias. Carlota, deseo que me entierren con el traje que tengo puesto, porque tú lo has bendecido al tocarlo. La misma petición hago a tu padre. Prohibo que me registren los bolsillos. Llevo en uno aquel lazo de cinta color de rosa que tenías en el pecho el primer da que te vi rodeada de tus niños... ¡Oh! Abrázalos mil veces y cuéntales el infortunio de su desdichado amigo. ¡Cuánto los quiero! Aún los veo agruparse en torno mío. ¡Ay, cuánto te he amado desde el momento en que te vi! Desde ese momento comprendí que llenarías toda mi vida... Haz que entierren el lazo conmigo... Me lo diste el día de mi cumpleaños, y lo he conservado como sagrada reliquia. ¡Ah!, nunca sospeché que aquel principio tan agradable me condujese a este fin. Ten calma, te lo ruego; no te desesperes... Están cargadas... Oigo las doce... ¡Sea lo que ha de ser! Carlota..., Carlota... ¡Adiós, adiós!
Al separarme ayer de tu lado, un frío inexplicable se apoderó de todo mi ser; refluía mi sangre al corazón, y respirando con angustiosa dificultad pensaba en mi vida, que se consume cerca de ti, sin alegría, sin esperanza. ¡Ah!, estaba helado de espanto. Apenas pude llegar a mi alcoba, donde caí de rodillas, completamente loco. ¡Oh Dios mío!, tú me concediste por última vez el consuelo de llorar. Pero ¡qué lágrimas tan amargas! Mil ideas, mil proyectos agitaron tumultuosamente mi espíritu, fundiéndose al fin todos en uno solo, pero firme, inquebrantable: ¡morir! Con esta resolución me acosté, con esta resolución, inquebrantable y firme como ayer, he despertado: ¡quiero morir! No es desesperación, es convencimiento: mi carrera está concluida, y me sacrifico por ti. Sí, Carlota, ¿por qué te lo he de ocultar? Es preciso que uno de los tres muera, y quiero ser yo. ¡Oh vida de mi vida! Más de una vez en mi alma desgarrada ha penetrado un horrible pensamiento: matar a tu marido..., a ti..., a mí. Sea yo, yo solo; así será.
Cuando al anochecer de algún hermoso día de verano subas a la montaña, piensa en mí y acuérdate de que he recorrido muchas veces el valle; mira luego hacia el cementerio, y a los últimos rayos del sol poniente vean tus ojos cómo el viento azota la hierba de mi sepultura. Estaba tranquilo al comenzar esta carta, y ahora lloro como un niño. ¡Tanto martirizan estas ideas mi pobre corazón! Tú no me esperas; tú crees que voy a obedecerte y a no volver a tu casa hasta la víspera de la Navidad... ¡Oh Carlota!..., hoy o nunca. El día de la Nochebuena tendrás este papel en tus manos trémulas y lo humedecerás con tus preciosas lágrimas. Lo quiero..., es preciso. ¡Oh, qué contento estoy de mi resolución. ¡Oh! ¡Perdóname, perdóname! Ayer... aquél debió ser el último momento de mi vida. ¡Oh ángel! Fue la primera vez, si, la primera vez que una alegría pura y sin límites llenó todo mi ser. Me ama, me ama... Aún quema mis labios el fuego sagrado que brotaba de los suyos; todavía inundan mi corazón estas delicias abrasadoras. ¡Perdóname, perdóname! Sabía que me amabas; lo sabía desde tus primeras miradas aquellas miradas llenas de tu alma; lo sabía desde la primera vez que estrechaste mi mano. Y, sin embargo, cuando me separaba de ti o veía a Alberto a tu lado, me asaltaban por doquiera rencorosas dudas. ¿Te acuerdas de las flores que me enviaste el día de aquella enojosa reunión en que ni pudiste darme la mano ni decirme una sola palabra? Pasé la mitad de la noche arrodillado ante las flores, porque eran para mí el sello de tu amor; pero, ¡ay!, estas impresiones se borraron como se borra poco a poco en el corazón del creyente el sentimiento de la gracia que Dios le prodiga por medio de símbolos visibles. Todo perece, todo; pero ni la misma eternidad puede destruir la candente vida que ayer recogí en tus labios y que siento dentro de mí. ¡Me ama! Mis brazos la han estrechado, mi boca ha temblado, ha balbuceado palabras de amor sobre su boca. ¡Es mía! ¡Eres mía! Sí, Carlota, mía para siempre. ¿Qué importa que Alberto sea tu esposo? ¡Tu esposo! No lo es más que para el mundo, para ese mundo que dice que amarte y querer arrancarte de los brazos de tu marido para recibirte en los míos es un pecado. ¡Pecado!, sea. Si lo es, ya lo expío. Ya he saboreado ese pecado en sus delicias, en sus infinitos éxtasis. He aspirado el bálsamo de la vida y con él he fortalecido mi alma. Desde ese momento eres mía, ¡eres mía, oh Carlota! Voy delante de ti; voy a reunirme con mi padre, que también lo es tuyo, Carlota; me quejaré y me consolará hasta que tú llegues. Entonces volaré a tu encuentro, te cogeré en mis brazos y nos uniremos en presencia del Eterno; nos uniremos con un abrazo que nunca tendrá fin. No sueño ni deliro. Al borde del sepulcro brilla para mí la verdadera luz. ¡Volveremos a vernos! ¡Veremos a tu madre y le contaré todas las cuitas de mi corazón! ¡Tu madre! ¡Tu perfecta imagen! Han pasado por tus manos; tú misma les has quitado el polvo, tú las has tocado..., y yo las beso ahora una y mil veces. ¡Angel del cielo, tú favoreces mi resolución! Tú, Carlota, eres quien me presentas este arma destructora, así recibiré la muerte de quien yo quería recibirla. ¡Qué bien me he enterado por el criado de los menores detalles! Temblabas al entregarle estas armas...; pero ni un adiós me envías. ¡Ay de mí!, ni un adiós. ¿Acaso el odio me ha cerrado tu corazón por aquel instante de embriaguez que me ha unido a ti para siempre? ¡Ah, Carlota!, el transcurso de los siglos no borrará aquella impresión; y tú, estoy seguro de ello, no podrás aborrecer nunca a quien tanto te idolatra. Guillermo: por última vez he visto los campos, el cielo y los bosques. También a ti te doy el último adiós. Tú, madre mía, perdóname. Consuélala, Guillermo. Dios os colme de bendiciones. Todos mis asuntos quedan arreglados. Adiós, volveremos a vernos..., y entonces seremos más felices. Todo duerme en torno mío, y mi alma está tranquila. Te doy gracias, ¡oh Dios!, por haberme concedido en momento tan supremo resignación tan grande. Me asomo a la ventana, amada mía, y distingo a través de las tempestuosas nubes algunos luceros esparcidos en la inmensidad del cielo. ¡Vosotros no desapareceréis, astros inmortales! El Eterno os lleva, lo mismo que a mí. Veo las estrellas de la Osa, que es mi constelación favorita, porque, de noche, cuando salía de su casa, la tenía siempre delante. ¡Con qué delicia la he contemplado muchas veces! ¡Cuántas he levantado mis manos hacia ella para tomarla por testigo de la felicidad de que entonces disfrutaba! ¡Oh Carlota!, ¿qué hay en el mundo que no traiga a mi memoria tu recuerdo? ¿No estás en cuanto me rodea? ¿No te he robado codicioso como un niño, mil objetos insignificantes que habías santificado con sólo tocarlos? Tu retrato, este retrato querido, te lo doy suplicándote que lo conserves. He estampado en él mil millones de besos, y lo he saludado mil veces al entrar en mi habitación y al salir de ella. Dejo una carta escrita para tu padre, rogándole que proteja mi cadáver. Al final del cementerio, en la parte que da al campo, hay dos tilos, a cuya sombra deseo reposar. Esto puede hacer tu padre por su amigo, y tengo la seguridad de que lo hará. Pídeselo tú también. Carlota. No pretendo que los piadosos cristianos dejen depositar el cuerpo de un desgraciado cerca de sus cuerpos. Deseo que mi sepultura esté a orillas de un camino o en un valle solitario, para que, cuando el sacerdote o el levita pasen junto a ella, eleven sus brazos al cielo, bendiciéndome, y para que el samaritano la riegue con sus lágrimas. Carlota, no tiemblo al tomar el cáliz terrible y frío que me dará la embriaguez de la muerte. Tú me lo has presentado, y no vacilo. Así van a cumplirse todas las esperanzas y todos los deseos de mi vida, todos, sí, todos. Sereno y tranquilo voy a llamar a la puerta de bronce del sepulcro. ¡Ah, si me hubiese cabido en suerte morir sacrificándome por ti! Con alegría con entusiasmo hubiera abandonado este mundo, seguro de que mi muerte afianzaba tu reposo y la felicidad de toda tu vida. Pero, ¡ay!, sólo algunos seres privilegiados logran dar su sangre por los que aman y ofrecerse en holocausto Para centuplicar los goces de sus preciosas existencias. Carlota, deseo que me entierren con el traje que tengo puesto, porque tú lo has bendecido al tocarlo. La misma petición hago a tu padre. Prohibo que me registren los bolsillos. Llevo en uno aquel lazo de cinta color de rosa que tenías en el pecho el primer da que te vi rodeada de tus niños... ¡Oh! Abrázalos mil veces y cuéntales el infortunio de su desdichado amigo. ¡Cuánto los quiero! Aún los veo agruparse en torno mío. ¡Ay, cuánto te he amado desde el momento en que te vi! Desde ese momento comprendí que llenarías toda mi vida... Haz que entierren el lazo conmigo... Me lo diste el día de mi cumpleaños, y lo he conservado como sagrada reliquia. ¡Ah!, nunca sospeché que aquel principio tan agradable me condujese a este fin. Ten calma, te lo ruego; no te desesperes... Están cargadas... Oigo las doce... ¡Sea lo que ha de ser! Carlota..., Carlota... ¡Adiós, adiós!
miércoles, 21 de julio de 2010
A una foto
A la luz magnética de la revista
tus pechos parecen terreno vedado
parcela privada;
Que acaso quisiera rozar un instante,
como el que pisa la hierba prohibida del parque .
Con la sonrisa puesta
y los bolsillos llenos de besos,
mis deseos se funden en un hasta luego, preciosa...
...al pasar la página....
A la luz magnética de la revista
tus pechos parecen terreno vedado
parcela privada;
Que acaso quisiera rozar un instante,
como el que pisa la hierba prohibida del parque .
Con la sonrisa puesta
y los bolsillos llenos de besos,
mis deseos se funden en un hasta luego, preciosa...
...al pasar la página....
martes, 20 de julio de 2010
...Bueno,
Han sido dos meses realmente difíciles, debo decir. Especialmente este último.
Cuando te ves acechado por problemas de toda índole, priorizas y te das cuenta de lo que realmente importa.
Mi padre ya está mejor, gracias a Dios. Y mi tía, aunque sigue en el Hospital, mejorará. Y los dioses quieran que se cure del todo. Ojalá.
Espero retomar este humilde blog con más ardor guerrero y cariño que antes. Que nunca.
Y de propina, la canción de este mes. No sé por qué, pero me seguía. Apareció en la radio, en el IPOD sin quererlo...incluso hablaron de ella en una revista que hojeé en el Hospital. Pues eso.
Vaya por todos los enfermos que le echan huevos al asunto pa tirar pa´lante.
I don't know where I'm goin
but I sure know where I've been
hanging on the promises in songs of yesterday.
An' I've made up my mind, I ain't wasting no more time
but here I go again, here I go again.
Tho' I keep searching for an answer
I never seem to find what I'm looking for.
Oh Lord, I pray you give me strength to carry on
'cos I know what it means to walk along the lonely street of dreams.
Here I go again on my own
goin' down the only road I've ever known.
Like a drifter I was born to walk alone.
An' I've made up my mind, I ain't wasting no more time.
Just another heart in need of rescue
waiting on love's sweet charity
an' I'm gonna hold on for the rest of my days
'cos I know what it means to walk along the lonely street of dreams.
Here I go again on my own
goin' down the only road I've ever known.
Like a hobo I was born to walk alone.
An' I've made up my mind, I ain't wasting no more time
but here I go again, here I go again,
here I go again, here I go.
An' I've made up my mind, I ain't wasting no more time.
Here I go again on my own
goin' down the only road I've ever known.
Like a drifter I was born to walk alone
'cos I know what it means to walk along the lonely street of dreams.
Here I go again on my own
goin' down the only road I've ever known.
Like a drifter I was born to walk alone.
An' I've made up my mind, I ain't wasting no more time
but here I go again, here I go again,
here I go again, here I go,
here I go again
____________________
....Y, perdonad por no poder abstraerme...Ya puedo gritar:
¡VIVA ESPAÑA!
¡CAMPEONES DEL MUNDO!
Besar la camiseta de España, de tu país...¡Ay! si más de uno comprendiera taantas cosas....
Han sido dos meses realmente difíciles, debo decir. Especialmente este último.
Cuando te ves acechado por problemas de toda índole, priorizas y te das cuenta de lo que realmente importa.
Mi padre ya está mejor, gracias a Dios. Y mi tía, aunque sigue en el Hospital, mejorará. Y los dioses quieran que se cure del todo. Ojalá.
Espero retomar este humilde blog con más ardor guerrero y cariño que antes. Que nunca.
Y de propina, la canción de este mes. No sé por qué, pero me seguía. Apareció en la radio, en el IPOD sin quererlo...incluso hablaron de ella en una revista que hojeé en el Hospital. Pues eso.
Vaya por todos los enfermos que le echan huevos al asunto pa tirar pa´lante.
I don't know where I'm goin
but I sure know where I've been
hanging on the promises in songs of yesterday.
An' I've made up my mind, I ain't wasting no more time
but here I go again, here I go again.
Tho' I keep searching for an answer
I never seem to find what I'm looking for.
Oh Lord, I pray you give me strength to carry on
'cos I know what it means to walk along the lonely street of dreams.
Here I go again on my own
goin' down the only road I've ever known.
Like a drifter I was born to walk alone.
An' I've made up my mind, I ain't wasting no more time.
Just another heart in need of rescue
waiting on love's sweet charity
an' I'm gonna hold on for the rest of my days
'cos I know what it means to walk along the lonely street of dreams.
Here I go again on my own
goin' down the only road I've ever known.
Like a hobo I was born to walk alone.
An' I've made up my mind, I ain't wasting no more time
but here I go again, here I go again,
here I go again, here I go.
An' I've made up my mind, I ain't wasting no more time.
Here I go again on my own
goin' down the only road I've ever known.
Like a drifter I was born to walk alone
'cos I know what it means to walk along the lonely street of dreams.
Here I go again on my own
goin' down the only road I've ever known.
Like a drifter I was born to walk alone.
An' I've made up my mind, I ain't wasting no more time
but here I go again, here I go again,
here I go again, here I go,
here I go again
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....Y, perdonad por no poder abstraerme...Ya puedo gritar:
¡VIVA ESPAÑA!
¡CAMPEONES DEL MUNDO!
Besar la camiseta de España, de tu país...¡Ay! si más de uno comprendiera taantas cosas....
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