sábado, 13 de diciembre de 2008
"Una canción en la tormenta " - Kipling.
1914-18
Asegúrate bien de que a tu lado peleen
los océanos eternos, aunque esta noche
el viento en contra y las mareas
nos hagan su juguete.
A fuerza de tiempo, no de guerra,
en medio del peligro nos guiamos:
Sea bienvenida entonces la descortesía del Destino
dondequiera que aparezca
en todo tiempo de angustia y también
en el de nuestra salvación,
el juego vence siempre al jugador
y el barco a su tripulación.
De la niebla salen rumbo a la tiniebla
las olas que brillan y se encrespan.
Casi estas aguas sin conciencia se comportan
como si tuviesen alma-
casi como si hubieran pactado sumergir
nuestra bandera debajo de sus aguas verdes:
sea bienvenida entonces la descortesía del Destino
dondequiera que pueda verse, etc.
Asegúrate bien, a pesar de que las olas y el viento
en reserva guardan ráfagas aún más poderosas,
que los que cumplimos las guardias asignadas
ni por un instante descuidemos la vigilancia.
Y mientras nuestra proa flotando rechaza
cada carrera frustrada de las olas,
canta, sea bienvenida la descortesía del Destino
dondequiera que se desvele, etc.
No importa que sea barrida la cubierta
y se rompan la arboladura, el maderamen-
de cualquier pérdida podremos sacar provecho
salvo de la pérdida del regreso.
Por eso, entre estos Diablos y nuestra astucia
deja que la cortesía de las trompetas suene,
y que sea bienvenida la descortesía del Destino,
dondequiera que se encuentre, etc.
Asegúrate bien, aunque en poder nuestro
nada quede para dar
salvo sitio y fecha para encontrar el fin,
y deja de esforzarte por vivir,
que hasta que éstos se disuelvan, nuestra Orden se mantiene,
nuestro Servicio aquí nos ata.
Sea bienvenida entonces la descortesía del Destino,
dondequiera que aparezca,
en todo tiempo de angustia y también
en el de nuestro triunfo,
el juego vence siempre al jugador
y el barco a su tripulación.
Es curioso. Kipling murió con el pesar de no ver reconocida su obra poética; el intento postrero de T.S. Eliot por rehabilitarle en ese sentido, resultó infructuoso.
Sin embargo, nadie puede cuestionar su valía como gran contador de historias, un Tusitala moderno, que a caballo entre dos siglos, supo transmitir emoción, entusiasmo... y cordura para entender que la hermosa convivencia intercultural sería fundamental para el desarrollo del mundo.
Fue un escritor adorado por todo tipo de lectores, que emociona profundamente en cada lectura y que ha dejado himnos para la historia de la humanidad. Y es que no puedo leerlo sin pensar en él como en un titán que se alza ante y entre todos. Una fuerza de la naturaleza.
Asegúrate bien de que a tu lado peleen
los océanos eternos, aunque esta noche
el viento en contra y las mareas
nos hagan su juguete.
A fuerza de tiempo, no de guerra,
en medio del peligro nos guiamos:
Sea bienvenida entonces la descortesía del Destino
dondequiera que aparezca
en todo tiempo de angustia y también
en el de nuestra salvación,
el juego vence siempre al jugador
y el barco a su tripulación.
De la niebla salen rumbo a la tiniebla
las olas que brillan y se encrespan.
Casi estas aguas sin conciencia se comportan
como si tuviesen alma-
casi como si hubieran pactado sumergir
nuestra bandera debajo de sus aguas verdes:
sea bienvenida entonces la descortesía del Destino
dondequiera que pueda verse, etc.
Asegúrate bien, a pesar de que las olas y el viento
en reserva guardan ráfagas aún más poderosas,
que los que cumplimos las guardias asignadas
ni por un instante descuidemos la vigilancia.
Y mientras nuestra proa flotando rechaza
cada carrera frustrada de las olas,
canta, sea bienvenida la descortesía del Destino
dondequiera que se desvele, etc.
No importa que sea barrida la cubierta
y se rompan la arboladura, el maderamen-
de cualquier pérdida podremos sacar provecho
salvo de la pérdida del regreso.
Por eso, entre estos Diablos y nuestra astucia
deja que la cortesía de las trompetas suene,
y que sea bienvenida la descortesía del Destino,
dondequiera que se encuentre, etc.
Asegúrate bien, aunque en poder nuestro
nada quede para dar
salvo sitio y fecha para encontrar el fin,
y deja de esforzarte por vivir,
que hasta que éstos se disuelvan, nuestra Orden se mantiene,
nuestro Servicio aquí nos ata.
Sea bienvenida entonces la descortesía del Destino,
dondequiera que aparezca,
en todo tiempo de angustia y también
en el de nuestro triunfo,
el juego vence siempre al jugador
y el barco a su tripulación.
Es curioso. Kipling murió con el pesar de no ver reconocida su obra poética; el intento postrero de T.S. Eliot por rehabilitarle en ese sentido, resultó infructuoso.
Sin embargo, nadie puede cuestionar su valía como gran contador de historias, un Tusitala moderno, que a caballo entre dos siglos, supo transmitir emoción, entusiasmo... y cordura para entender que la hermosa convivencia intercultural sería fundamental para el desarrollo del mundo.
Fue un escritor adorado por todo tipo de lectores, que emociona profundamente en cada lectura y que ha dejado himnos para la historia de la humanidad. Y es que no puedo leerlo sin pensar en él como en un titán que se alza ante y entre todos. Una fuerza de la naturaleza.
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2 comentarios:
"Y si puedes llenar el preciso minuto
en sesenta segundos de un esfuerzo supremo
tuya es la tierra y todo lo que en ella habita
y lo que es más serás hombre hijo mío.... "
Impresionante este hombre.
A mi me gusta mucho "El libro de la selva"
Gracias por traerlo a nuestra mente.
Besos
Grandioso el poema...me recuerda la fuerza de los versos de Whitman.
Siempre me gustó como narrador y en mi casa paterna sus libros forman una amplia colección.Una entrada merecida para recordarlo. Un abrazo
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