domingo, 29 de noviembre de 2009

"Bachianas Brasileiras" de Heitor Villa-Lobos

"No creo en la música como cultura, educación, ni siquiera como artificio para la diversión o para calmar los nervios, sino como algo de efecto más potente, místico y profundo. La música tiene este poder de comunicar, de curar y de ennoblecer, cuando se la hace parte de la vida y la conciencia del hombre." Esta declaración del compositor brasileño Heitor Villa-Lobos puede ser considerada como su estética personal. También dijo: "No sé lo que significa la palabra inspiración. Yo creo música por necesidad, necesidad biológica. Escribo porque no lo puedo remediar. No sigo ningún estilo ni moda. Mi credo artístico es la libertad absoluta. Cuando escribo, es de acuerdo con el estilo de Villa-Lobos."


A una edad muy temprana, Villa-Lobos empezó a estudiar el violonchelo, que siguió siendo su instrumento primario. También estaba fascinado por los músicos callejeros. Después de la muerte de su padre, vivió con su tía, una pianista que con frecuencia tocaba el Clave Bien Temperado de Bach. El compositor disfrutaba de las improvisaciones y de las danzas que tocaban los músicos aficionados en los clubes nocturnos de Río de Janeiro. Estas influencias tan diversas -la música de violonchelo, las composiciones de Bach y la música folclórica brasileña- más tarde se combinaron para formar su singular estilo de composición.

A la edad de 18 años vendió algunos libros antiguos que le había dejado su padre para reunir dinero para viajar. Durante los siete años siguientes recorrió gran parte de Brasil. Mientras viajaba escribía y estudiaba la música folclórica y popular. A la edad de 25 años regresó a Río ansioso por estudiar composición y violonchelo, pero descubrió que su temperamento no se adecuaba a la regimentación de la educación formal. Abandonó la escuela y estudió por su cuenta, primero con un tratado de composición del compositor francés Vincent d'Indy y luego las partituras de los grandes maestros. Su amor por la música de Bach, a quien llamaba "un mediador entre todas las razas", se solidificó en esta época. Mientras se estaba educando a sí mismo, se ganaba la vida tocando el violonchelo en cafés y cines.

Comenzó a componer vorazmente. Muchas de sus obras primeras eran audaces, temerarias y poco convencionales. Aunque sus composiciones más inusuales provocaban confusión cuando se las escuchaba, jamás se puso en duda su talento. Se consolidó su reputación y, gracias a la ayuda del pianista Arturo Rubinstein, logró obtener apoyo financiero de varios patrocinadores.

Viajó a París, donde vivió entre 1923 y 1930. Allí Villa-Lobos se encontró en medio de un clima artístico sofisticado, donde el arte de avanzada era invariablemente recibido con entusiasmo, interés y controversia. Sus composiciones espontáneas provocaban gran interés entre la elite intelectual. Como su música era ampliamente ejecutada, se convirtió en una celebridad en gran demanda en los salones de París. La música que compuso en Francia fue una amalgama innovadora y audaz de los elementos folclóricos brasileños y la tradición de los conciertos.

Cuando regresó a Brasil en 1930, Villa-Lobos encontró que estaba en marcha un movimiento nacionalista en materia artística. Aunque anteriormente había sido iconoclasta, se convirtió en un integrante importante del establishment cultural. A pesar de su propia falta de educación formal, fue designado asesor oficial del gobierno sobre la educación musical. Supervisó la enseñanza de música a niños y adultos. Su entusiasmo y creatividad no tenían límites. Reorganizó los programas de música para las escuelas primarias y técnicas; asesoró a organizaciones de conciertos; instituyó vigorosos programas para salvaguardar las tradiciones de la música popular. Asimismo arregló conciertos en pueblos remotos, a menudo con su propia participación. Cuando los habitantes de los pueblos, quienes probablemente jamás habían oído hablar de una cosa semejante a un concierto, simplemente no asistían, Villa-Lobos hacía discursos sobre la importancia del arte. Cuando les decía a los campesinos que oír música era más importante que asistir a partidos de fútbol, ocasionalmente le arrojaban papas y huevos.

Sus composiciones de este período fueron menos avanzadas que sus obras anteriores. Al participar en el movimiento nacionalista brasileño, el compositor buscó un estilo menos revolucionario. Las suites Bachianas Brasileiras, que datan de esa época, son tonales y no son especialmente disonantes. En estas obras Villa-Lobos trató de combinar lo que él consideraba que era el espíritu esencialmente folclórico de Bach con la música auténticamente folclórica del pueblo brasileño. Creía que existía una afinidad natural entre estos dos tipos de música diferentes, puesto que en ambas se oyen simultáneamente varias melodías independientes.

En 1944, Villa-Lobos hizo la primera de varias visitas anuales a Estados Unidos, donde rápidamente ganó seguidores. Su recepción fue inversa a la que se le había brindado en París veinte años atrás. Como sus piezas musicales posteriores conservadoras no eran polémicas, fueron aceptadas fácilmente por las audiencias poco aventureras de este país, pero los intelectuales las desestimaron por facilístas y acomodadas a los gustos populares. Sus últimas obras fueron convencionales y rara vez de carácter nacionalista.

Villa-Lobos compuso más de dos mil obras. Muchas de ellas fueron experimentales, como su notoria Horizonte de Nueva York, en la que colocó una foto de edificios altos sobre un gráfico que luego transfirió a notación musical. Otra gran parte de su producción es folclórica, como estas Bachianas Brasileiras, compuestas entre 1930 y 1945,

Cada una de estas nueve piezas utiliza un conjunto único y consiste de dos a cuatro movimientos. El primer movimiento generalmente lleva un título que recuerda a Bach, como por ejemplo, Aria, Preludio, Fantasía o Toccata. Los movimientos siguientes se refieren a formas populares brasileñas. De acuerdo con Burle Marx, director del estreno de Bachianas Brasileiras Número 5, estas suites "no son tanto una evocación de Bach a la manera contemporánea, como un intento de transmitir el espíritu de Bach -que, para Villa-Lobos, es el espíritu universal, un origen y un fin en sí mismo- al alma de Brasil... Su admiración por Bach no lo ha conducido a la imitación, sino a traducir su estilo en el idioma brasileño".

Dos de las Bachianas Brasileiras usan una orquesta de violonchelos. Previamente el compositor había hecho unas transcripciones imaginativas de fugas de El Clave Bien Temperado de Bach para conjunto de violonchelos. A partir de esta empresa aprendió a asociar la música de Bach con los timbres especiales de un grupo de violonchelos homogéneos.

La variedad de sonoridades que se encuentra en Bachianas Brasileiras Número 5 es extraordinaria. La obra está escrita para soprano (en el primer movimiento solamente) y un conjunto de por lo menos ocho violonchelos. Contrastando con los registros altos y bajos de los instrumentos, la ejecución en pizzicato y con arco, y las figuras melódicas y de acompañamiento, la música produce una paleta de sonidos maravillosamente rica.

El movimiento de aria fue compuesto en una sola mañana de 1938. El segundo movimiento fue agregado siete años más tarde. En la primera de las tres secciones del aria, la soprano vocaliza la sílaba neutral "ah" sobre una based en pizzicato que recuerda a la guitarra popular. La segunda sección es un marco silábico, no ornamentado, de un poema de Ruth V. Correa. La música de la sección de apertura vuelve al final, pero ahora a la soprano se le indica que tararee. El segundo movimiento es más vigoroso. Una maravilla en sí.

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