lunes, 29 de diciembre de 2008
" Mi semblante sumiso en la extirpación de las palabras..." - A.Gangotena
Mi semblante sumiso en la extirpación de las palabras,
Mis manos esparcidas en el horror.
Todo en sombras, arisco, fluyente y transido
De los fríos sudores que he sangrado en mi noche.
Mis ojos asesinados transpiran su lodo contra los muros.
Mis fláccidas axilas de ningún modo me han sostenido.
¿Para qué frecuentar vuestras opulentas moradas?
Os dejo en gran duelo, nativos fantasmas.
Escuchadme: no puedo dejar de ajustarme
A la onda musical de vuestros sospechosos escarceos.
Pero pálido en su furor inminente,
Como el ala erguida bajo sus profundidades de huracán,
Enhiesto y bien plantado, Él solo me esperaba.
¿Y la vejez cercana en torno de mis lágrimas?
En la canícula de este adormecido vientre-
Incubo mis entrañas, mi suerte y mi dolor.
Impelido sobre la tormenta y el pulso de mis venas,
Respiro hacia adelante y mi destino me precede.
Con toda mi pesantez, en Él me he sumergido. .
Estrepitosamente, he gritado los gritos en mi boca:
¡Aquí abajo, el Inminente!
Detenidas por el rumor de su potencia,
Las heridas aguas vierten los juramentos a sus plantas.
Señor enhiesto sobre los rayos de su armadura,
Fulgente en el acero de su inmovilidad,
Para la batalla en dondequiera, Él solo me esperaba.
Voces como piedras gruñen bajo la luna.
Él no me detiene ni menos el ala rumorosa
Del astro de los muertos, suspendido sobre mi tienda.
¡Su ejército? ¿Acaso replegado y sordo en la espera?
¡Cómo! ¿Acaso pensaba hurtarlo y arrebatarlo por azar
A la gran águila de mis miradas?
¿Qué calor me asfixia en estos sudores?
Mis dientes se estremecen, rojos de carne de la posesión.
¿Se deshacen mis músculos bajo las rocas implacables?
La selva me grita: ¡cuidado!
Sacudiendo de despecho su milenario follaje
Sobre mi cuerpo jadeante.
¡Oh lágrimas, qué hundimiento
Y qué polos de oprobio alcanzados en esta ruina!
Él solo me esperaba.
Sus pájaros carnívoros recorren mi silencio.
¡Así sea! Si he sufrido la verde huella de sus ojos.
.Centella de tormenta, Él se precipita de súbito
En la ruta escabrosa de su blanco viaje.
Él partió con el gran viento de alas de la noche .
Y me he quedado inerme y desnudo en la desesperanza,
Toda de cal y de ceniza, mi carne, bajo el remolino
De su vuelo ensordecedor.
Mi corazón, de soslayo, en la hondura de la Medianoche.
¡Helo aquí yacente en la hez y en la vergüenza,
Sucio de excremento bajo la resina de mis ojos
Palpitantes, perdido en la tiniebla, la bilis,
El amarillo polvo y el desprecio!
Versión de Gonzalo Escudero
Mis manos esparcidas en el horror.
Todo en sombras, arisco, fluyente y transido
De los fríos sudores que he sangrado en mi noche.
Mis ojos asesinados transpiran su lodo contra los muros.
Mis fláccidas axilas de ningún modo me han sostenido.
¿Para qué frecuentar vuestras opulentas moradas?
Os dejo en gran duelo, nativos fantasmas.
Escuchadme: no puedo dejar de ajustarme
A la onda musical de vuestros sospechosos escarceos.
Pero pálido en su furor inminente,
Como el ala erguida bajo sus profundidades de huracán,
Enhiesto y bien plantado, Él solo me esperaba.
¿Y la vejez cercana en torno de mis lágrimas?
En la canícula de este adormecido vientre-
Incubo mis entrañas, mi suerte y mi dolor.
Impelido sobre la tormenta y el pulso de mis venas,
Respiro hacia adelante y mi destino me precede.
Con toda mi pesantez, en Él me he sumergido. .
Estrepitosamente, he gritado los gritos en mi boca:
¡Aquí abajo, el Inminente!
Detenidas por el rumor de su potencia,
Las heridas aguas vierten los juramentos a sus plantas.
Señor enhiesto sobre los rayos de su armadura,
Fulgente en el acero de su inmovilidad,
Para la batalla en dondequiera, Él solo me esperaba.
Voces como piedras gruñen bajo la luna.
Él no me detiene ni menos el ala rumorosa
Del astro de los muertos, suspendido sobre mi tienda.
¡Su ejército? ¿Acaso replegado y sordo en la espera?
¡Cómo! ¿Acaso pensaba hurtarlo y arrebatarlo por azar
A la gran águila de mis miradas?
¿Qué calor me asfixia en estos sudores?
Mis dientes se estremecen, rojos de carne de la posesión.
¿Se deshacen mis músculos bajo las rocas implacables?
La selva me grita: ¡cuidado!
Sacudiendo de despecho su milenario follaje
Sobre mi cuerpo jadeante.
¡Oh lágrimas, qué hundimiento
Y qué polos de oprobio alcanzados en esta ruina!
Él solo me esperaba.
Sus pájaros carnívoros recorren mi silencio.
¡Así sea! Si he sufrido la verde huella de sus ojos.
.Centella de tormenta, Él se precipita de súbito
En la ruta escabrosa de su blanco viaje.
Él partió con el gran viento de alas de la noche .
Y me he quedado inerme y desnudo en la desesperanza,
Toda de cal y de ceniza, mi carne, bajo el remolino
De su vuelo ensordecedor.
Mi corazón, de soslayo, en la hondura de la Medianoche.
¡Helo aquí yacente en la hez y en la vergüenza,
Sucio de excremento bajo la resina de mis ojos
Palpitantes, perdido en la tiniebla, la bilis,
El amarillo polvo y el desprecio!
Versión de Gonzalo Escudero
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3 comentarios:
¡Qué poema! Estoy sin respiración. Muy bueno ese final: el amarillo polvo y el desprecio, ay.
Que las musas te acompañen en este nuevo año y que sigamos compartiendo querido amigo.
Un beso de año nuevo,
en el que cuelgo el deseo
de que se cumplan tus deseos.
Un abrazote de oso, mi querido Alberich.
Sólo te puedo desear lo mejor para 2009, porque eso es lo que mereces.
Te quiero.
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