domingo, 15 de febrero de 2009

Historia de Sara

"Si...no...no,creo que no"-pensaba Sara mientras se acercaba a la librería.
Los que no la conocían no tenían el más mínimo interés en ello; sus compañeros decían que era rara... su única amiga se había trasladado hacía ya demasiados meses fuera de su ciudad ("maldito seas" se repetía a diario Sara, acordándose del Padre de Rosa) como para poder contar con ella; y los padres de Sara eran demasiado convencionales como para comentarles nada. A menudo su madre le gritaba -Sara había aprendido ya a no escucharla- e insistía en no se qué tontería de psicólogo o psiquiatra, aunque sobretodo hablaba (o gritaba,más bien) de la vergüenza ante los vecinos,la familia...("el pueblo,la ciudad,el mundo!!" pensaba Sara para si,y esbozaba una sonrisa...)...y de su padre, digamos que se levantaba demasiado pronto y llegaba demasiado tarde como para tenerlo en cuenta, y los fines de semana era la tele la que se encendía demasiado pronto y se apagaba demasiado tarde.

"Creo que definitivamente, sí" pensó mienras miraba un cartel enorme de unos grandes almacenes en el que una mujer de figura imposible anunciaba la moda del próximo Otoño. La librería -SU librería- estaba a sólo unos 200 metros. Lo sabía porque una tarde había medido la longitud de sus pasos y solía contar así las distancias (256 pasos a la libería desde el cartel, 554 al supermercado...). Paró un segundo y miró alrededor: todo estaba como solía. Unas señoras mayores salían de la Iglesia de la esquina ("Iglesia de San Leandro, hermano de San Isidoro" pensó...no es que fuera demasiado creyente...pero eso no era motivo para no interesarse por algo), el kiosco un poco hacia la derecha se encontraba invadido por una jauría de niños sedientos de chucherías (Sara recordó que llevaba un chicle en el bolsillo, lo abrió y comenzó a masticar mientras avanzaba, ahora más lenta de lo normal) y, un poco más allá, una sucursal de BBV y la Facultad de Derecho. Estudiantes arriba y abajo.Ella también lo era, aunque no precisamente de leyes ni nada por el estilo.
Por unos segundos miro el cielo, cerró los ojos y respiró hondo, muy hondo. Continuó su camino, repitiéndose que lo haría.Estaba convencida.
Entró en la librería y lo compró. Como un tesoro lo llevó a casa y lo admiró por unas horas.Sus padres estaban,pero siquiera se habían percatado de que hacía ya 2 horas que había salido ("mejor", pensó Sara).

Esa noche,sobre la mesa descansaba el ejemplar de "Los sonetos de la Dama Portuguesa" que había comprado por la tarde.La página 46 tenía la esquina doblada, justo la del soneto que decía:

"Si has de amarme que sea solamente
por amor de mi amor. No digas nunca
que es por mi aspecto, mi sonrisa, el modo
de hablar o por un rasgo de carácter

que concuerda contigo o que aquel día
hizo que nos sintiéramos felices...
Porque, amor mío, todas estas cosas
pueden cambiar, y hasta el amor se muere.

No me quieras tampoco por las lágrimas
que compasivo enjugas en mi rostro...
¡Porque puedo olvidarme de llorar

gracias a ti, y así perder tu amor!
Por amor de mi amor quiero que me ames,
para que dure amor eternamente."


.....y sobre el libro, rosado, tres cajas de pastillas que había ido recolectando durante un mes a su madre y a su tía. Había leido sobre ellas, y sabía qué le pasaría.
A unos metros de la mesa y el libro, sobre la cama, descansaba Sara; inmovil, aun rosada como el libro del que había salido su última palabra, y dormida para siempre, con una foto sobre el pecho y el surco, aun fresco,de una lágrima en su mejilla izquierda.
Ya era feliz.



El suicidio es la segunda causa de muerte en adolescentes.
Las estadísticas de los últimos años muestran que las muertes por suicidios superan a las muertes por homicidio.
Grupos étnicos diferentes, aunque convivan en el mismo lugar geográfico, pueden tener tasas muy distintas de suicidio. (Esto marca la importancia del proceso histórico-cultural del que cada uno participa, con sus demandas y sus creencias).
Los suicidios consumados son mayores (en proporción de 3 a 1) en los varones, en cambio los intentos de suicidio son mayores en las mujeres.
Cerca del 10% de todos los intentos resultan mortales.
La idea suicida no es un razonamiento, es un sentimiento.

Dice Albert Camus en “El mito de Sísifo”: “No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio. Juzgar que la vida vale o no vale la pena que se la viva, es responder a la pregunta fundamental de la filosofía, toda otra cuestión resultaría baladí. Sin embargo, dice, nunca vi morir a nadie por el argumento ontológico, ninguno de los pensadores que negaban un sentido a la vida, se pusieron de acuerdo con su propia lógica hasta el punto de suicidarse. Schopenhauer elogiaba el suicidio mientras cenaba ante una mesa bien provista.”
Es evidente entonces qué, rara vez la gente se suicida por reflexión, la meditación filosófica no constituye la imperiosa razón de la mayoría de los suicidas. Si, hipotéticamente así fuera, la prevención no tendría razón ni cabida.
En cambio creo qué, el que se suicida lo hace por esperanza, por esperanza de dejar de sufrir o de adentrarse en una vida mejor. Invadido por una pena enorme e incontrolable, decide auto eliminarse en vez de lidiar con los fantasmas de su pesadilla. Se trata de una decisión extrema frente a un sentimiento de vulnerabilidad y desamparo, que quizá pudiera revertirse si quien la toma, lograra percibir un nuevo proyecto que le otorgara sentido a su vida.

Es en este momento, en la bisagra entre la vida y la muerte, donde la participación del entorno afectivo y del profesional, tienen sentido, sobre todo practicada con actitud ética, -ya que se trata de asistir a una crisis existencial-.
De eso se trata cuando hablamos de la prevención en suicidios.


No es un tema para tomarlo a la ligera.
La íntima y profunda tristeza del suicida en potencia puede ser transformada en amor por cualquiera que le tienda la mano.
Tengámoslo presente.

4 comentarios:

Lolítica dijo...

Me impactó la pintura.

Me hiciste la noche entretenida.

adacaramelada dijo...

Gracias

A mi me estas haciendo pensar

Un beso

Kaken dijo...

Te cuento al oído que la primera parte de tu entrada me ha parecido excelente como narración, pero...no sé si alguien puede tomarlo como apología del suicidio.

Siguiendo con la entrada, parece que se deshace el "entuerto", te veo en plan científico, analizando y aportando datos muy valiosos.

En cualquier caso, gracias, me ha resultado muy interesante y he aprendido, Ant.

Un bes.

Anónimo dijo...

Muy buena entrada Alb, gracias.

Pues yo creo que parte de lo que da fuerzas al suicida para llevar a cabo su proyecto, es, no sólo la falta de esperanza en esta vida y el deseo de encontrar algo mejor después, si no también el afán de venganza del mundo que le rodea. Y hasta el sadismo de provocar un sentimiento de culpabilidad en la gente de su entorno, por no haber "sabido, podido, querido,...." ayudarles.

Un besazo,

Remolina