lunes, 23 de febrero de 2009

Una caricia a tiempo





Esa caricia a tiempo,
salvó mi vida,
mujer...Y lo sabes.
Sabes que ese beso regó
aquella piel mustia,
que tocaron los ángeles un día.
Y el calor de un cuerpo,
contra otro
fundió el acero de los barrotes
que tenían preso mi deseo.

Sabes que en ese mapa,
que conozco al milímetro,
hay atalayas inexpugnables,
por las que debo luchar.
Hay campos de flores perdidas
que quiero cortar,
hay ciudades y caminos,
sendas inexploradas que llevan al éxtasis,
que sólo yo debo conocer.

Quieres lo que sabes bien de mí,
y lo doy gustoso, amor...
toda el agua para ti,
marcar el tesoro en la caja mojada
y que el siguiente beso sea,
como si fuera el último.

¡Ay!, amor...ese deseo,
que la distancia recorta....
....y el corazón ensalza...
día tras día...

2 comentarios:

Marisa Peña dijo...

Qué bella esa aricia...Ese paseo por el cuerpo deseado como tributo de amor. Precioso. Un abrazo

Guaja dijo...

Que bueno, Al!. Distinto y ... no se como decirlo ... fresco!.