domingo, 17 de mayo de 2009

Ni se les ocurra disparar - 17/ 05/ 2009

Lo de España y sus famosas “fuerzas de paz” –es decir, lo que antiguamente se conocía como el Ejército o las Fuerzas Armadas– ya no se sabe si provoca risa o desolación. Desde hace tiempo todos nuestros Gobiernos, sin duda para tranquilizar a una ciudadanía desaforadamente pacifista y tiquismiquis, nos han vendido que las intervenciones de nuestras tropas en el extranjero son “solidarias” si no “humanitarias”. Ni un solo soldado nuestro se desplaza a ningún sitio si no es para hacer el bien, ayudar a reconstruir un país, proteger de quien sea a la pobre población, entregar flores a los niños y por supuesto no disparar un solo tiro, así los estén degollando los fanáticos o bandoleros de cada lugar. Somos el único país que tiene un Ejército no para la guerra sino para la paz, faltaría más, dónde se han visto militares que entren en combate, disuadan e infundan temor en los enemigos y demás antiguallas belicistas condenables, crímenes todos contra la humanidad que nosotros jamás vamos a cometer. Los españoles de hoy somos justos y cristianos, ofrecemos siempre la otra mejilla, y muy terribles se tienen que poner las cosas para que osemos repeler un ataque, qué es eso de responder con disparos a los disparos, así sólo se consigue crear una espiral de violencia y aumentar la tensión.

Y eso nunca, en escenarios de guerra o similares. Es lo que han ordenado la Ministra del ramo y el Estado Mayor de la Defensa para los casos de barcos españoles secuestrados por piratas en el Índico. “Los militares españoles sólo podrán utilizar la fuerza letal cuando esté en riesgo la vida de los marineros secuestrados, pero no para evitar que los armadores tengan que pagar rescates”, decía la noticia. Y añadía: “Se trata de un protocolo muy restrictivo, que contempla el empleo de la fuerza como último recurso, de forma proporcionada y progresiva, y evitando a toda costa una eventual escalada de la tensión” (las cursivas, mías). Mecachis, y yo que creía desde la infancia que el asalto y abordaje por parte de un barco pirata era una situación de máxima tensión difícilmente superable. Pues no, ya ven, toda la vida equivocado. Para el Ministerio de Defensa sólo hay máxima tensión, y está autorizado el uso de la fuerza letal, en el momento en que los piratas empiezan a hacer desfilar por la plancha a sus rehenes, camino del fondo del mar, o a cargárselos en cubierta con tiros en la nuca o decapitaciones. “Al contrario que los Estados Unidos y Francia, que en los últimos días han liberado por la fuerza dos embarcaciones secuestradas, matando a cinco piratas, España sólo contempla el uso de la violencia para salvar la vida de los rehenes, que es la máxima prioridad”, proseguía la noticia. Por fortuna matiza nuestro Ministerio: “Un rescate por la fuerza podría estar justificado si los piratas adoptan actitudes más violentas hacia sus secuestrados, lo que no se puede descartar tras los últimos incidentes”. Supongo que los marinos españoles, en sus fragatas, sabrán por arte de magia, o a través de algún médium, en qué instante a dichos piratas –fuera de su campo visual y de su alcance– les ha dado por ponerse “más violentos” con sus cautivos. Y entonces sí, ah, entonces que se preparen, porque haremos uso de la fuerza letal, aunque estemos a centenares de millas y no tengamos ni idea de dónde se encuentran, ni ellos ni sus prisioneros brutalizados. Pero ojo, antes habrá que cerciorarse de que están pasando a éstos a cuchillo, no vayamos a contribuir “a una eventual escalada de la tensión”.

Seguro que nuestro Ministerio no vio la suficiente en el ataque que pocos días después sufrió el crucero italiano Melody, con casi mil pasajeros a bordo. El propio jefe de los asaltantes, Mohamed Muse, se lo contaba decepcionado a France-Presse en Mogadiscio (curioso mundo en el que este individuo hace declaraciones a una agencia de información): “La captura de un barco tan grande habría representado una nueva era de la piratería”, se lamentó como quien habla de un récord fallido para el Guinness. “Pero los del crucero utilizaron una táctica inteligente y no pudimos subir a bordo. Estábamos listos para capturarlo, realmente los acribillamos a balazos, pero es un barco imponente y sólo contábamos con diez hombres”, se excusó. La “táctica inteligente” del Melody consistió, entre otras argucias, en “repartir las pistolas de la caja fuerte entre el personal de seguridad” y movilizar a cincuenta marineros. Y, tras alguna que otra artimaña, “nuestros hombres empezaron a disparar y los piratas desistieron”. Fatal, oigan, fatal, por lo menos para nuestro Ministerio, que en modo alguno se habría permitido reaccionar tan desproporcionadamente, acrecentando la tensión. ¿Acaso estaba en peligro la vida de los secuestrados? Pero por favor, si ni siquiera habían secuestrado aún a nadie, los pobres piratas. Cómo íbamos a dispararles. Sólo estaban acribillándonos a balazos e intentando capturar a unos mil, y una mera tentativa no es motivo para abrir fuego. Recuerden que somos humanitarios, y abnegadas fuerzas de paz.

JAVIER MARÍAS

El País Semanal, 17 de mayo de 2009


Gracias Sr Marías. Esta si que es de las buenas.

2 comentarios:

Borrasca dijo...

Excelente artículo, cáustico y poniendo el dedo en la llaga...

Besos pacifistas jajajajaja

Juan dijo...

Me ha gustado mucho el artículo y estoy totalmente de acuerdo con él.

Si quieres ir a una misión de paz, te cargas de lápices, pizarras, tizas, libros, fonendos, antibióticos, vacunas, mantas, calzados, comida, herramientas para abrir pozos de agua y tantas cosas.

Si vas con carros de combate, fusiles, ametralladoras, no prohibas su uso, simplemente no las mandes.

Es mejor llamar las cosas por su nombre: mandamos al ejército para enfrentarse con los cabrones que está haciendo la vida imposible a este pueblo. Vamos a hacer la guerra a la injusticia, no la paz con los desaprensivos.

Un abrazo Alb.